Proyecto en Mozambique: todo ocurre en un entorno especial

Hoy finalizamos el relato de José Luis, un trabajador de Ayuda en Acción que visitó Marrucuene y tuvo la oportunidad de convivir con la comunidad durante 2 semanas. Durante este tiempo pudo compartir con las familias sus esperanzas de cambio y su voluntad por construir un futuro digno para todos y todas.

«A nuestro alrededor se extiende una densa sabana que no deja ver más que los primeros árboles. Se pueden distinguir las casas más próximas, hechas de cañizo con el tejado de paja en forma de cono. Por algún camino aparecen y desaparecen niños jugando con juguetes de fabricación casera, hombres con azadones o mujeres con grandes recipientes de agua en la cabeza.

Se oyen gallos y cerca pasta alguna cabra. A ciertas horas se escuchan los golpes de las mujeres moliendo mijo en grandes morteros de madera y se ve el humo de las hogueras preparando la cena (normalmente única comida del día). Muchas veces la reunión se prolonga hasta la noche y así desde debajo de nuestro árbol, podemos asistir al espectáculo diario del atardecer Africano.

De vez en cuando un problema planteado suscita comentarios generales y un rumor se extiende por el grupo. Otras veces asiente al unísono con un sonoro ‘a-jah’, y otras, todos comentan alborotados que eso no es una necesidad global sino personal del que la ha expuesto (por ejemplo, en una de las reuniones una persona señaló como principal problema que había que construir una vivienda nueva para el profesor de la escuela, a lo que la comunidad reaccionó de inmediato señalando en grupo que eso no era importante; por supuesto, la persona que había hecho la propuesta era el propio profesor).

Las risas están continuamente presentes. Cuando hay desacuerdos se arreglan al modo Africano: por consenso y con tiempo: las personas discuten, intercambian argumentos y finalmente llegan a un acuerdo, sin importar el tiempo que lleve; aquí no aplican nuestro sistema de votación que resuelve todo por la vía rápida y deja fuera a la minoría.

Todos los problemas son apuntados y representados con un símbolo. Una vez están recogidas todas las preocupaciones, formamos un grupo con las mujeres y otro con los hombres para estudiar las prioridades en la resolución de los problemas. Esta división nos permite por un lado escuchar a las mujeres, ya que muchas veces en el plenario se sienten cohibidas por las opiniones de los hombres y por otro, ver cuáles son las prioridades de cada grupo, normalmente diferentes pues diferentes son sus problemas (aunque a veces la división se hace en base a los recursos económicos o a la ocupación principal). Cada grupo va señalando los problemas que requieren ser solucionados con más urgencia y se profundiza más en las causas, en las soluciones que ellos proponen, como podría apoyarles Ayuda en Acción y en que mejorarían sus vidas si el problema fuera solucionado.

Tras el trabajo en grupos nos volvemos a juntar en el círculo y se expone a todos lo tratado. Después se lanzan los discursos de despedida y casi siempre la comunidad canta una canción tradicional en coro dedicada a nosotros. La verdad es que impresiona escuchar las voces alegres de esta gente después de haber estado horas hablando de los grandes problemas que sufren.

Así, ya bien entrada la noche volvemos a nuestra oficina de Marracuene con una información muy valiosa para diseñar el proyecto del siguiente año según las preferencias de los principales protagonistas: los beneficiarios. Mis compañeros mozambicanos parecen ya acostumbrados pero a mí me cuesta olvidarme de las caras que acabo de ver bajo el gran árbol en tal o cual comunidad. Creo que me acompañarán el resto de mi vida».

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